Las sensaciones y los encuentros —que no creíamos necesarios— fueron los protagonistas en esta exploración. Un relato visual, significativo y tan vívido como los 4.200 m.s.n.m que nos rodeaban; donde las hipnóticas montañas del Cocuy serían las encargadas de susurrar las palabras más precisas y llenas de místicismo de toda nuestra historia.

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Los mensajes rondarían allí, en tierras lejanas colmadas de naturaleza, colores y cantos que llenaban los pasos de quienes la pisaban y soñaron algún día con un lugar así. Eramos nosotros, aunque tardíos los conquistadores de nuestros pensamientos, límites y emociones quienes se embarcaban en el viaje más profundo y ancestral de todos los tiempos.