
Chicaque
Aislados del caos
La sensación de aventura se impregnó al cuerpo justo antes de empezar, la mente desconectada y un camino con tantas posibilidades que sumadas darían 18km, el primer paso sería el más difícil pues empezaría aquel mágico proceso de agudizar nuestro instinto cazador, el instinto voraz de recorrer cualquier montaña.
No imaginábamos en absoluto que estaríamos a punto de sumergirnos en el centro de una gran montaña y que cada paso sería un nuevo descubrimiento, pues nuestras habilidades estaban expuestas a la inmensidad, aquella que crecía en cada paso y que se impregnaba a todo tu ser.


Fuimos visitantes en tierras minúsculas, con cada paso todo se hacía más y más grande, otro mundo sin duda alguna. Seres extraños y paisajes de ensueño, hechos con pinceladas suaves y pacientes, nos hacían perder la noción del tiempo, episodios extensos de asombro y el arraigo de un mundo salvaje en nuestros ojos queriendo devorar con el corazón.


Perderse fue la opción más acertada y menos pensada, seguir el olor de madera húmeda y el hondeo de cada diminuta hoja convirtió cada momento en una aventura errante, de soltar lo aprendido y sumergirse hasta el cuello en la sugerencia constante "¿y si nos vamos por acá?". Un lugar en donde perderse, hipnotizarse, no querer volver, construir un sueño y olvidar, siempre estará bien.

Así somos, extraños e inmóviles. Especies existiendo para ser observadas, con temor o sin él, contemplamos cada ser vivo entre la infinita vegetación y como si de un museo se tratase todo parecía estar en un lugar preciso, con una razón oculta debajo de cada ala, los insectos eran armoniosamente perfectos. Un registro en la bitácora que nunca acabaría cargaba aún más aquella sensación de exploración insaciable.


En Chicaque el instinto cazador fue puesto a prueba, fuimos nosotros y la naturaleza nada más, no existieron mediadores ni barreras, al descubierto estuvimos sumergidos en largos senderos que susurraban el camino correcto y al mismo tiempo el incorrecto, pues entendimos que en estas tierras no existen los aciertos, aquí brotan hasta el cielo tan solo los aprendizajes.
